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¿QUE ES LO QUE HACE FUERTE Y PODEROSO A CADA HUMANO?


Irving Stone

Escribe el Prof. Dr. Antonio LAS HERAS

Hace tiempo, en una entrevista periodística, le fue preguntado a Irving Stone si aquellas personalidades sobre las que había escrito – Sigmund Freud, Vincent Van Gogh, Abraham Lincoln, Charles Darwin, Miguel Ángel – tenían, a su juicio, alguna característica en común que los hizo quedar inmortalizados en la Historia de la Humanidad. Stone contestó de este modo: “La mayoría de ellos fueron atacados, derrotados, insultados y, durante muchos años, parecía que no llegarían a ningún lado. No obstante, cada vez que rodaban por tierra, tenían la capacidad de levantarse e intentarlo una vez más. Los grandes genios son aquellos que nunca le dieron a su enemigo el poder de destruirlos.”

A nuestro juicio, estos dichos son muy ciertos. Pocas personas hay preparadas para atravesar y resolver con éxito las adversidades e imprevistos con que la existencia nos sorprende con demasiada frecuencia. Más de una vez hemos pensado y afirmado que la diferencia entre un fracaso y un ganador es mínima. Sólo se diferencian en que el exitoso volvió a levantarse tras su última caída. El fracasado, una vez, decidió no levantarse más. Decidió; o – tal vez – no pudo por que no había sido adecuadamente entrenado para eso. Por lo cual es tan importante ese momento en que decidimos con quiénes habremos de rodearnos o a quiénes habremos de alejar de nuestras vidas. “Dime con quién andas y te diré quién eres”, enseñaban – con esa proverbial sabiduría popular que nunca se equivoca – nuestros abuelos. Y ese es el punto fundamental y esencial. Por que los humanos no nacemos sabiendo. Esta es una verdad de Perogrullo. Empero conviene tenerla en cuenta porque de allí se desprende que nuestros conocimientos se los debemos al medio ambiente psicosocial que permitimos nos rodee. Si nuestra trama afectiva está compuesta por individuos quejosos, victimizados, desganados, que no hacen gala del esfuerzo ni de la dedicación, ni tienen objetivos precisos de vida, lo más probable es que nosotros adoptemos esas conductas. Más de una vez, inclusive, por creer que son las únicas posibles.

Pero hay otras. Formas que aseguran el entrenamiento para el éxito en esto que tantos han llamado la “jungla humana.” Y si de jungla se trata, ¿qué mejor forma de entrenamiento que copiar la de quienes la habitan? Veamos un muy útil ejemplo. Lo relata Gary Richmond en su libro “A view from the zoo.” Explica el autor en esas páginas cómo son los primeros momentos de una jirafa recién nacida. Sale del vientre de su madre cayendo violentamente a la tierra desde unos metros de altitud. El instinto de la madre jirafa no la ha dotado de ninguna medida, llamémosle, “cariñosa”. Desde la distancia la madre observa cómo su recién nacido hace las más variadas piruetas para ponerse de pié sin lograrlo. Será ella entonces quien le aplique un golpe con contundencia haciéndolo rodar. Y así una y otra vez. Obligándolo con ello a erguirse como pueda y a la brevedad. Hasta que consigue hacerlo.

¿Por qué la Naturaleza dotó a la madre jirafa para proceder de tal modo? Bien simple. Desde el primer momento de su existencia ese animal debe entender que vive en una selva donde acechan – en general sin dar aviso previo – toda clase de depredadores que buscarán convertirla en su presa. Por eso tiene que aprender a levantarse rápido y en forma elástica cada vez que caiga. Tal capacidad es la única que habrá de permitirle disfrutar exitosamente de la vida.

Antonio LAS HERAS, doctor en Psicología Social y magíster en Psicoanálisis; parapsicólogo, filósofo, escritor, conferencista. e mail: alasheras@hotmail.com  Consultas personales pueden solicitarse al Whats App 11 4949 2850

La importancia fundamental de tener pensamientos positivos.

Por Antonio Las Heras

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A comienzos de la década de los ochenta del siglo XX fuimos unos cuántos quienes comenzamos a señalar la importancia de tener pensamientos positivos para desarrollar una vida sana en los tres aspectos que requiere la persona humana: lo biológico, lo psíquico y lo social. Si bien quienes concurrían a nuestros cursos, talleres, jornadas y conferencias o leían los artículos y libros que publicábamos se interesaron enseguida por tales ejercitaciones, hay que recordar que recibimos muchas críticas, sobre todo del campo académico y universitario. Digamos, “de los profesionales.” Hubo mucha resistencia para aceptar que según sean los pensamientos que uno alberga así habrá de acontecer su vida cotidiana. Pero, las evidencias – una vez más – se impusieron. Hoy tenemos certeza de cuán importante es enfrentar las dificultades, adversidades e imprevistos valiéndonos del pensamiento positivo. Pero, antes de seguir, dejemos bien en claro que “pensamiento positivo” no es dejar transcurrir los acontecimientos mientras se dice “ya las cosas pasarán”, “yo sé que todo será para bien” o frases por el estilo. Todo lo contrario, se trata de una actitud racional y comprometida. En nada asociada a conductas mágicas. Reflexionar, deducir, analizar los diferentes aspectos de un asunto; eso es pensamiento positivo. Tener en claro que por más negativa que sea una situación ha de tener un aspecto positivo para aprovechar. Pero, claro, sólo la persona que pone en práctica su inteligencia sabrá encontrar ese lado favorable y usarlo en su provecho.

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El pensamiento positivo disuelve las conductas emocionales e impulsivas de las cuales – por lo usual – tenemos que arrepentirnos. “Si lo hubiera pensado antes de hacerlo”, hemos escuchado lamentarse tantas veces. Nuestros padres y abuelos, en su sabiduría, nos enseñaron que las decisiones se toman “con la cabeza fría” queriendo – con eso – manifestar que no nos dejásemos llevar por enojos, rabietas y emotividades.

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La práctica del pensamiento positivo implica ser capaz de preguntarse: “¿Cómo podrá hacerse esto de otra forma?” “¿A quién puedo recurrir por ayuda que, realmente, tenga experticia en esto?” “¿Cuáles es el proceso que debo realizar para conseguir lo que me propongo?” Aplicar el pensamiento lógico suele ser el sendero para resolver muchas dificultades que nos habían estado produciendo ansiedad, angustia, frustración y, hasta, actitudes depresivas.

Racionalidad con creatividad y la dosis necesaria de intuición conforman los ejes del pensamiento positivo.

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La práctica de esta forma para enfrentar la vida otorga serenidad, confianza en uno mismo, evita la dispersión mental, disuelve el nerviosismo, propende a una toma adecuada de decisiones, soslaya la angustia y evita la ansiedad. De manera tal que brinda grandes beneficios para vivir en franca armonía con lo cual hasta mejoramos los mecanismos de defensa contra las enfermedades que, como ha comprobado la Medicina, son en su mayoría psicosomáticas. Dicho de otro modo: “el cuerpo es el campo de batalla de la mente.”

A continuación unas pocas constataciones dadas en este Siglo XXI sobre la importancia del pensamiento positivo para una vida biopsicosocial sana.

En 2007 la prestigiosa revista francesa Le Nouvel Observateur dedicó su tapa al psicólogo David Servan Schreiber quien aseguró que las enfermedades pueden curarse apelando a la psiquis de las personas. “Es sólo cuestión de dominar la mente”, expresó en la entrevista.

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“El cerebro puede cultivarse a través del sostén de una actividad mental intensa durante toda la vida. Las conexiones y redes neuronales se estimulan con la actividad mental … fundamentalmente aquello que implica creatividad, estrategias, imaginación… la lectura, el fomento de vínculos y hasta el amor recibido cambian físicamente nuestro cerebro”, explicaban en 2009 en el diario La Nación (Buenos Aires) Griselda Russo y Jorge Campos, entonces médicos del Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología del Instituto Fleni.

En una edición del The New York Times de 2009 se entrevista a varios profesionales especializados en la conducta humana. “Si no quiere que suceda, ni lo piense”, es la síntesis del artículo. “El hecho de que venga a nuestra mente lo peor, en ciertas circunstancias, puede incrementar las posibilidades de que pase”, señala Daniel M. Wegner, psicólogo de la Universidad de Harvard.

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“Sabemos que lo que está en nuestras mentes puede influir en nuestros juicios y comportamientos simplemente por estar ahí, flotando en la superficie de la consciencia”, señala el psicólogo Jamie Arndt, de la Universidad de Missouri.

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Algo tan anhelado como es el sentimiento de felicidad resulta ser accesible a través del ejercicio del pensamiento positivo, pues tengo que tener en claro – lo que resulta producto de un análisis racional – sobre qué cosas me provocan bienestar, cuáles malestar, cuáles me permiten felicidad y cuáles no. Lo explicó bien el Dr. Patch Adams durante las sesiones del Human Capital Forum 2013: “No necesitamos ser dueños de algo para ser felices. Todo es consecuencia de una decisión. Es decirse a una mismo `voy a amar la vida`. No espero, podría o debería. Se trata de una intención. Y cuando uno está comprometido con esa intención, cuando ama la vida cada segundo, todo funciona.”

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En 2014 el diario Clarín (Buenos Aires) dedica dos páginas con explicaciones de expertos sobre el hecho de que “vivir preocupado hace mal: prueban que triplica el riesgo de infarto.” Y, ¿qué es preocuparse?, interrogamos nosotros. Pues bien, no es otra cosa que pensamiento negativo. Pre-ocuparse es “ocuparse antes de tiempo”, con antelación; sin ponerse manos a la obra para encontrar la solución requerida. Pero, claro, eso ya es “pensamiento positivo.” Las preocupaciones  – que son efectos de utilizar mal el pensamiento – afectan la relación biopsicosocial de la persona, favoreciendo diferente tipo de malestares. No sólo orgánicos sino también sociales puesto que la persona preocupada tiende a considerar todo negativo y la gente se va alejando de ella.

En ese mismo 2014, Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, explicaba: “Todo lo que pensamos y cómo pensamos, altera al cerebro.”

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Como lo explica la psicóloga Andrea Ricagno, quien se ocupa de ejercitar a los jugadores del Racing Club: “El cerebro tiene la capacidad de plasticidad, es entrenable. Cuánto más entrenamiento acumula, mayor rendimiento puede obtener.” Así también lo había dejado en claro – en 2009 – el psicólogo Louis Falik (experto en la teoría de la modificabilidad cognitiva) quien sentenció: “Ahora lo sabemos: el cerebro cambia si ejercitamos nuestra inteligencia. Probablemente sea el más plástico de todos nuestros órganos.”

De todo esto se desprende, de manera concreta y precisa, algo que ya – hace no menos de 2.500 años – afirmaron las escuelas de sabiduría (también llamadas iniciáticas) egipcias, griegas y romanas: lo que uno piensa termina concretándose. Ud. piensa “no podré” y – no lo dude – jamás podrá, pues con esa directiva está entrenando (programando) a su cerebro.

Imposible finalizar si recordar la frase con la cual se inicia ese antiquísimo libro titulado “Kybalion” que lleva la firma enigmática de “Tres Iniciados.” Afirma: “El Universo es mental.”

 

 

 

 

 

 

 

ELOGIO DEL AMOR

Por Antonio Las Heras.

En estos tiempos donde el individualismo globalizado prevalece y se advierten tantos signos de egoísmo y miseria espiritual que conducen – ineludiblemente – a las más groseras injusticias, conviene detenerse a pensar en el amor. Esa palabra que los románticos creyeron encontrarla producto de un anagrama: el prefijo griego “a” que debe traducirse como una negación, un “no” y “mor” contracción de “muerte”. El amor, aquello que no muere. Que tiene un instante signado para su nacimiento pero que no tiene final aunque los enamorados hayan muerto físicamente.

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Claro está que el amor es mucho más – pero no menos – que ese sentimiento intenso, íntimo, fraternal que une a dos personas haciéndolas sentir un ser nuevo armónico producto de ambas partes, donde ninguno pierde sus esencias particulares pero que nutriéndose de ese modo provocan el nacimiento de un tercero que es la resultante de un entramado, de un tejido. Cuando el amor se ha dado, un inmortal ha nacido.

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Pero, decíamos, el amor es mucho más que esa tan especial relación de dos que se convierte en uno nuevo, diferente, pleno. El amor es, igualmente, un sentimiento que ha de extenderse a todo y a todos. Que busca la armonía y el Bien, que arroja Luz allí donde suele haber confusión y tinieblas.

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El amor, hay que decirlo, es un producto netamente humano pues no puede explicárselo por los instintos así como tampoco cabe encontrarlo en estructuras genéticos, reacciones físico químicas del cerebro o cadenas de ADN. El amor no tiene naturaleza física. Ni siquiera circunstancial o pasajera. A punto tal que, psicológicamente, puede afirmarse que las personas no se enamoran de otras personas, sino de conductas encarnadas por el otro.Amor danino

El amor es un sentimiento provocado por las conductas, de manera tal que es válido decir que se ha perdido el amor hacia alguien. Pero siendo válido, no es correcto en su esencia; puesto que no se ama a la persona física – eso suele ser, generalmente, sólo una fascinación que tiene límites – sino su manera de comportarse, sus acciones; en fin: sus manifestaciones espirituales. Por esta razón, y no otra, hay relaciones amorosas que resultan inexplicables si no se pone atención para comprenderlas.

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Lo que incluye a las conductas heroicas y los sacrificios sublimes. Por que, si no es por amor, cómo entender a una persona que pide ocupar el lugar de otra para realizar una tarea que pone en peligro su propia vida, y que – de hecho – en más de una ocasión termina con su existencia. Podemos entender que un hombre miserable se disfrazara de mujer para conseguir un lugar seguro en el bote salvavidas del Titanic, ¿pero cómo explicar si no es por acción del amor que otro haya cedido su sitio a una mujer angustiada por que no volvería a ver a sus hijos que la esperaban en tierra firme? Ese hombre firmaba, de esa manera, su propia sentencia de muerte; pero haciendo uso de su libertad personal lo prefirió de tal manera. Eso sólo puede lograrlo un sentimiento trascendente de amor.

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Estamos de acuerdo en que el amor surge de manera espontánea pero que, a partir de allí, se convierte en una construcción intelectual de trabajo cotidiano. La pasión, que en ciertos momentos va de la mano con el amor, es irreflexiva e impulsiva; el amor no. Por el contrario se convierte en fruto madurado de la responsabilidad. Sentir amor otorga derechos, mas genera ineludibles deberes.

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Llegado a este punto, conviene transcribir algunos párrafos de la más exacta descripción del amor que se haya hecho hasta el momento. Nos referimos a una de las cartas del Apóstol Pablo a los Corintios. Allí se lee:

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor,; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y magíster en Psicoanálisis. Dirige el Instituto de Estudios e Investigaciones Junguianas de la Sociedad Científica Argentina y preside la Comisión del Libro de Filosofía, Historia y Ciencias Sociales de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Sus más recientes libros son “La Madre María, biografía de una mujer extraordinaria” y “Pancho Sierra, El Resero del Infinito.” alasheras@hotmail.com

Aprenda a dominar sus celos y evitará que la envidia lo enferme

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Escribe el Dr. Antonio Las Heras

 

Las emociones negativas que se viven a diario causan trastornos; por eso hay que manejarlas para no convertirse en sus víctimas.

 La competencia sobredimensionada que predomina en el mundo actual – no solo en los trabajos sino en el desarrollo personal – aumenta los sentimientos de celos y envidia que siempre están sostenidos en una falta de adecuada autoestima. Estas emociones negativas, según importantes estudios psicológicos internacionales realizados, “constituyen las enfermedades” más nocivas desde fines del siglo XX y amenazan con aniquilar el mundo del siglo XXI. ¿Cómo debe entenderse esta advertencia? Si no se pone punto final a estos sentimientos desarmónicos y las personas que se dejan arrastrar por ellos, los estados de felicidad tan anhelados se alejaran cada día para tornarse algo inalcanzable.

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Es posible – casi seguro – que todos, en algún momento de nuestra vida, hayamos experimentado celos y envidia en menor y mayor grado. ¿Esto quiere decir que somos celosos o envidiosos? No, porque puede haberse tratado de reacciones pasajeras ante una situación que no afectó luego a nuestra conducta en forma permanente. Pero cuidado: todos somos posibles víctimas de esto que podríamos con justicia denominar “virus social”. Con frecuencia, se presentan manifestaciones graves – tanto de celos como de envidia – que llegan a afectar profundamente en el plano psíquico a quienes las padecen.

¿Qué podemos extraer de positivo al experimentar cualquiera de estos sentimientos negativos? Tanto unos como otros son señales de que algo desarmónico sucede en la persona. Son señales a las que hay que prestarles atención necesaria para que no desencadenen daños psíquicos e, inclusive, enfermedades físicas. Recordemos siempre aquel axioma: “el cuerpo es el campo de batalla de la mente.”

En uno de los estudios al respecto, el doctor Robert Bringle psicólogo de la Universidad de Indianápolis (E.E. U.U.), explica que hay personas predispuestas a los celos y la envidia: “No solo en su vida amorosa, sino en todo lo que hacen en su vida: el trabajo, la escuela, la vida social, con sus amigos o familiares. Son personas insatisfechas con su estilo de vida, que se muestran siempre ansiosas y preocupadas, dogmaticas e inflexibles, siempre listas para pensar en blanco y negro”.

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El camino para resolver estas situaciones es el conocimiento interior, el diálogo que se consigue con uno mismo a través de una auto indagación que le permita descubrir las causas de su conducta. Y, por supuesto, siempre que lo considere conveniente pida ayuda. Decir “necesito ayuda” es cosas de valientes. Una persona inteligente tiene consciencia clara de que hay cosas que no se pueden resolver a solas. Ud. decide a quién pedirá ayuda. Porque Ud. “sabe” quien tiene las claves para que le sea posible disolver esas conductas tan perjudiciales que son los celos, el odio y la envidia.

Mientras tanto, aquí van algunas ideas que pueden ayudarlo:

  • No se ocupe de las cosas antes que sucedan, ni piense qué puede suceder de un modo u otro. Prográmese positivamente para que todo resulte como usted desea y permita que la vida siga su curso natural.
  • Aprenda a distinguir los matices de cada situación. Admita de una vez que no todo es blanco o negro. Hay infinidad de matices a los que se debe prestar atención porque marcan la senda correcta.
  • Viva el presente con intensidad. Esté listo para el futuro, sin que eso se convierta en obsesión. Esto le permitirá disminuir el índice de ansiedad.
  • Identifique qué es lo que provoca en usted sentimientos negativos.
  • Si siente envidia de alguien, que le sirva como indicio para la autosuperación. Convierta su envidia en un incentivo para cumplir objetivos.

Para informarse sobre los cursos, jornadas y demás actividades que realiza el Prof. Dr. Antonio Las Heras escribir a alasheras@hotmail.com  ó bien comunicarse al  011 4371 4788

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La instalación del deseo trivial. Escribe el Prof. Dr. Antonio Las Heras

La instalación del deseo trivial.

Escribe el Prof. Dr. Antonio Las Heras

El consumismo que en este Siglo XXI ha alcanzado inesperados pináculos sólo fue posible a través de la instalación en el psiquismo de la gran mayoría de la gente del deseo por la obtención de lo trivial. No fue, por cierto, una labor fácil; todo lo contrario; requirió – para ello – del aprovechamiento del sistema de penetración social más formidable de entre todos los hallazgos humanos: la televisión. Ese “gran hermano” que ingresa no ya a los hogares sino de manera directa a cada habitación, a cada pantalla, a cada teléfono celular. Como enseñaron los filósofos griegos todo valor tiene su disvalor. De manera que una herramienta útil como lo es la televisión que – en un primer momento – fue soñada para llevar la educación que ejercita el pensamiento y genera la libertad de decisiones hasta las regiones más remotas, terminó convirtiéndose en un vulgar – pero no por eso menos peligroso – agente de propaganda tendiente a instalar lo que hemos denominado “el deseo trivial.” La pantalla – como se usa decir hoy en día pues incluye a las redes sociales – insiste una y otra vez en que lo único importante es la máscara (o sea, la imagen de cada uno), la inmediatez, el logro de lo fácil y el consumo permanente. Como eje – claro está – el presente perpetuo: “el tiempo real.” Mañana no interesa. Planificar el futuro es cosa de diletantes. Lo único en que se concentra la mente es en el aquí y el ahora. Matar por un par de zapatillas encuentra sentido en aquel muchacho que lo hace puesto que ha entendido que sólo alcanza su ser si puede usar ese modelo y esa marca. Las vidas de cinco jóvenes pueden ser tronchadas en una misma noche por la ingesta de drogas ya que lo importante es enajenarse; hacer a un lado el ejercicio de la consciencia. En tanto encontramos a quienes, inclusive, nos hablan de la existencia de “drogas recreativas.” Consumir marihuana, éxtasis o cocaína – por señalar sólo tres de la enorme variedad que al parecer ofrece el mercado ilegal – en fines de semana pasa a ser un acto sólo recreativo, una diversión sin consecuencias actuales o futuras. Al nivel de lo que pudo ser en otros tiempos ir a pescar los sábados y domingos. Bien dicen los reales expertos que no existen drogas buenas o malas: todas hacen daño al organismo y trastornan la conducta humana dejando más o menos secuelas, muchas de por vida. Aceptar la existencia de “drogas recreativas” es lo mismo que sostener que jugar a la ruleta rusa puede ser un pasatiempo de domingos al atardecer. Absurdo.

¿Cómo hemos llegado a esto?, es la pregunta que unos cuantos reflexivos se hacen. La respuesta es simple y sencilla. Hemos llegado a esto de a poco. Paso a paso. Escuchando y admitiendo las voces de algunos “iluminados” que proclamaron destruir todo aquello que hubo permitido el desarrollo de la Humanidad. Suficiente con recordar algunos ejemplos: “A los hijos no hay que decirles no porque eso los trauma.” “No hay que premiar a los mejores porque hace daño emocional a los otros.” “La delincuencia es producto de los problemas sociales por ello no es punible.” Cada lector podrá agregar muchas otras de éstas frases que son pura argumentación sin fundamento que las sostenga.

Sin dudas para salir del estado que lleva a desear cosas triviales perecederas casi de inmediato será necesario trabajar – intensamente, pues aquí la prisa es manifiesta – en reinstalar los valores – valores imperecederos – del esfuerzo, la proactividad, el trabajo, la lealtad, el honor, la dignidad… y, sobre todo, el deseo de convertir cada uno su vida en algo capaz de legar valía a la Humanidad.

 

 

algo capaz de legar valía a la Humanidad.

Manipuladores ocultos… “Me descalifica… Lo hace para descalificarme…” Escribe el Prof. Dr. Antonio LAS HERAS

Manipuladores ocultos…

 “Me descalifica… Lo hace para descalificarme…”

 Escribe el Prof. Dr. Antonio LAS HERAS

Es muy importante prestar atención al transfondo de ciertos discursos que – hoy por hoy – suelen resultar frecuentes. Personas, quienes ocupando rol de víctimas, lastimeramente se quejan sobre lo maltratados que son a todo aquel que acepte prestarles el oído.

Discursos de ésta índole:

“Ayer, la verdad, me sorprendió lo que dijiste y me dejó pensando cómo buscas situaciones para descalificarme y darle lugar a tus dichos de que hago todo mal… me llaman la atención estas situaciones por que yo tengo muy claro lo que hice así como lo que dije y nada de eso justifica que tengan malas opiniones sobre mí.”

“Está claro que buscas descalificarme permanentemente y cualquier cosa te sirve para eso. Haga lo que haga vos todo lo transformas en una falta.”

Pareciera que se trata de alguien que esta afectivamente herido; una persona que se siente afectado por falsos e injustos dichos ajenos.

Pero lo cierto es que éste tipo de decires son muy usuales en manipuladores ocultos. Desde la autovictimización y la búsqueda de provocar lástima en los demás, persiguen generar cambios conductuales en aquellos otros.

Alcanza con analizar los dos textos transcritos más arriba para notar – de inmediato – que son frases vacías de contenido. Adjetivan si; pero no buscan probar racionalmente la posición que pretenden sostener. No hay fundamentación alguna. Más bien aparecen como meras producciones emotivas; algo que bien puede ser un sentimiento pero no por ello un hecho cierto.

Ocurre que, para fundamentar sus reiteradas quejas, tendrían que exhibir pruebas concretas. Pongo un caso, si alguien me dijera que yo escribo mal, ni se me ocurriría expresarle que dice eso para descalificarme, sino que le mostraría los comentarios críticos favorables que se han hecho a mis libros. O bien, teniendo yo certeza sobre la calidad de mi escritura, haría oídos sordos a tales comentarios.

Empero, cuando los dichos quedan circunscriptos a meros lamentos estamos frente a alguien que busca falsear una verdad que le han arrojado sobre la cara. Y si bien es cierto que tales reacciones pueden ser inconscientes (nos recuerda Carl G. Jung que toda reacción desproporcionada tienen su causa en que se afectó un complejo que se halla sin resolver) en otras oportunidades se trata de reales manipulaciones cuyo objetivo no es otro que seguir dirigiendo conductas ajenas.

Por eso ante situaciones así uno suele señalarle a quien aparece como víctima: “Si tanto daño moral te están haciendo, ¿por qué no tomas inmediata distancia de ese dañino vínculo?” ¡Por que, la verdad, ninguno se queda quieto dentro del edificio cuando están gritando que hay un incendio!

En éstos casos el autovictimizado comienza a enunciar una cantidad de motivos (siempre banales e injustificados) por los que no puede dejar de lado a quien lo mortifica; más todavía, aprovechará nuestra propuesta para volver a remarcar que todo sería distinto si el otro cambiara su conducta y empezara a ser como se desea. Allí queda evidenciada la conducta manipuladora de quien está fungiendo como agredido moral.

Mas podemos hacer otra cosa. Indicarle que ya que no encuentra la fuerza para alejarse de esa fuente dañina, debiera consultar un profesional idóneo. Allí es cuando nos responderá que él está muy bien, que no necesita ayuda alguna, que lo que está haciendo es lo correcto y que, en todo caso, habría que decirle al otro que vaya al profesional.

Como puede advertirse esto que hemos denominado el manipulador oculto es un bastión realmente inexpugnable. Por eso recomendamos a quien se enfrentan a tal tipo de personalidad que sean ellos quienes con premura tomen distancia de esas autoproclamadas “víctimas”. Eso sí, al actuar de este modo los obligarán a salir a buscar nuevas relaciones donde les sea posible volver al sitio cómodo de presentarse como pobres maltratados morales.

Antonio LAS HERAS es doctor en Psicología Social y magíster en Psicoanálisis. Profesor de Psicología Junguiana en la Universidad Argentina John F. Kennedy. Gran Cruz Kennedy (1998) “por sus investigaciones originales en Psicología Junguiana.” Autor del best seller “Permiso Para Una Vida Mejor” (Guía para el desarrollo del poder mental y creación de pensamiento positivo), Editorial Atlántida.

www.antoniolasheras.com   alasheras@hotmail.com    @LasHerasAntonio

Tel.: 54 11 4502 9692