Archivo de la categoría: Filosofía

EL SABER INTERIOR QUE GUIA NUESTRA VIDA

Por Antonio Las Heras

Según quienes se han adentrado en las vías tradicionales de conocimiento espiritual, el sólo hecho de pensar en algo ya genera la existencia de lo pensado en el mundo exterior. De esta manera, la realidad cotidiana no es otra cosa que un efecto mismo del pensamiento humano. Así “El Kybalion” – uno de los libros herméticos orientales más difundidos en Occidente – asegura que “el Todo es mente; el Universo es mental”. Empero, el destacado filósofo Francisco García Bazán explica que hay una mejor traducción: “El Universo es espiritual.” Entendiéndose aquí por espiritual la capacidad humana para tomar consciencia de cuál es el rol y función de uno mismo en la gran arquitectura universal.

Rupert Sheldrake, 2018.

Inclusive físicos modernos que trabajan en lo intraatómico como en Física Cuántica, han coincidido en este hecho de que pensar algo provoca la creación de eso mismo en el mundo exterior,  al sostener que el tiempo sólo existe si hay un observador disponible. Prestigiosos investigadores universitarios, como el inglés Rupert Shaldrake, están convencidos de que todo cuanto ocurre a nuestro alrededor es provocado por la intervención de “campos” de naturaleza psíquica. También el célebre psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung, a mediados del Siglo XX, expresó: “finalmente nada ocurre en el mundo exterior que, previamente, no se encuentre preconfigurado en el psiquismo profundo personal”. De ser cierto (y estamos convencidos que lo es) significa que cada suceso que nos ocurre está, esencialmente, motivado en causas psíquicas, la mayoría de ellas inaccesibles a la consciencia del protagonista. De manera tal que es el poder de la imaginación y la capacidad de fantasear lo que, finalmente, guía la vida de cada uno. Una sentencia del más puro esoterismo iniciático afirma: “Conoce a tu Ser Interno y conocerás a tu Señor”.

“La mente, como todos los elementos, puede ser trasmutada – leemos también en El Kybalion – de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración a vibración”. “La verdadera trasmutación hermética es una práctica, un método, un arte mental”. “Trasmutar” es lograr un cambio en la naturaleza de la sustancia, convirtiéndola en otra; implica transformación total. Por eso es que “el Universo mismo es una creación mental”.

La persona común, normal, sufre a diario porque su comprensión está limitada a apreciaciones producto de percepciones sensoriales. De sus cinco sentidos. La gente supone que las cosas son de una única manera determinada, olvidando el sabio proverbio: “cada uno ve de acuerdo al color del cristal con que mira”. Por eso, cuando alguien afirma que su personalidad es de una determinada manera y que no puede modificarla para su progreso y su bien; en verdad se está engañando. Ya que si modifica sus esquemas de pensamiento conseguirá apreciar de un modo diferente la misma situación. Por eso podemos afirmar que no hay destino escrito, ni fatalidad prefijada. Todos somos artífices – como sostiene el poeta – de la historia que vivimos. Una fuerza oculta está allí para impulsar con plena vitalidad nuestra vida. Atesorada en lo profundo de cada psiquismo humano, guiada por el sendero que la espiritualidad indica. Lo importante es que allí está. Aguardando que cada quien tome la decisión de aprovecharla. Ese es el momento en que se comienza  a recorrer el real sendero de la vida, concebida como un desafío permanente. Es entonces cuando el discípulo se halla preparado y será capaz de encontrar al maestro que habrá de entrenarlo. Para ser artífice del propio destino sólo se requiere perseverancia, esfuerzo y creatividad permanente. El destino no es algo prefijado sino el resultado de las decisiones que tomamos como de las que no tomamos.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo y escritor. www.antoniolasheras.com

Carl G. Jung y el Principio de Individuación.

Por Antonio Las Heras

“La vida no vivida es una enfermedad

 de la que se puede morir.” (C. G. Jung.)

Hay un aspecto que, según entendemos, resulta muy importante destacar en la propuesta de trabajo que hace Carl G. Jung. Nos referimos al objetivo preciso de lograr lo que denominó “Individuación.”

“El proceso natural de Individuación se convirtió para mí en modelo y pauta del método terapéutico”, (1.-) escribe el sabio suizo.

Mas antes de continuar, vamos a explicar que este término ninguna relación tiene con el individualismo, ni con individualidad alguna. Se trata de otra cosa. Es un proceso – que se desarrolla a lo largo de la vida de la persona – en el que se persigue un encuentro con uno mismo que permita vivenciar (entiéndase que hemos dicho “vivenciar” y no “entender”) el sentido real de la vida. Cada existencia tiene un sentido; descubrirlo y ponerlo en acto es responsabilidad y decisión de cada quien.

Expresa Jung que: «Empleo la expresión «individuación» en el sentido de aquel proceso que engendra un «in-dividuo» psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo.» (2.-)

A mayor precisión, agrega: «Individuación significa: llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno mismo. Por ello se podría traducir «individuación» también por «mismidad» o «autorrealización».» (3.-)

Y frente a las dificultades que advierte para la correcta comprensión, ha señalado: «Noto una y otra vez que el Proceso de Individuación se confunde con el devenir consciente del Yo, y por ello el Yo se identifica con el Si Mismo, de lo que naturalmente surge una grave confusión del concepto. Pues de este modo la individuación se convierte en el mero egocentrismo y auto erotismo. Sin embargo, el Si Mismo comprende infinitamente mucho más en sí que un mero Yo… Es tanto uno como los otros, como el Yo. Individuación no excluye al mundo sino que lo incluye.” (4.-)

Quedan despejadas todas las dudas con la lectura de los siguientes renglones: “”Individuación significa llegar a ser un individuo y, en la medida en que por individualidad entendamos nuestra intimísima, definitiva e irrepetible manera de ser, llegar a ser uno mismo. De ahí que podamos también traducir  `individuación` por `autoactualización` o `autorrealización.`” (5.-)

Universidad de Basilea

Otra cosa que debemos subrayar es que el recorrido vivencial conducente a la Individuación no es producto de algo que se alcance sólo con sesiones psicoterapéuticas realizadas con tal o cual frecuencia. Éstas son una herramienta necesaria pero no única. Y la forma de realizarlas se aleja en mucho de la propuesta del psicoanálisis freudiano. Por eso es tan importante recordar aquella clase magistral en la Universidad de Basilea dónde Jung responde a la pregunta de un alumno, expresando: “Desde que dejé el hospital psiquiátrico no he tenido pacientes… ahora, si Ud. se refiere a la gente que trabaja conmigo, eso sí tengo.” Adviértase la expresión utilizada: “gente que trabaja conmigo.” Esto implica que la propuesta junguiana es que dos personas se encuentran para ocuparse, en mancomún, de un tema que requiere la participación proactiva de ambos.  De allí que los encuentros del Maestro de Zúrich con sus consultantes se hiciera sentados frente a frente escritorio mediante, o bien caminando a la vera del lago y, en éste caso, aquellas cosas de la Naturaleza que sucedieran en ese ámbito, también eran interpretadas. Jung recuerda haber interpretado el que su acompañante tomara un caracol que el agua había arrojado en la playa. Numerosos de esos que “trabajaron” con Jung, también participaban en otras actividades – tales como reuniones de conversación sobre algún tema en especial, el Zaratustra de Nietzsche, por ejemplo; que hacía en su casa los miércoles por la mañana – y se convirtieron en sus discípulos.

Marie-Louise von Franz y Carl G. Jung

Una de las más destacadas discípulas, Marie-Louise von Franz lo explica de esta manera: “Por ello Jung, contrariamente a los psicoterapeutas de muchas otras escuelas, cultivaba el contacto humano con muchos de sus consultantes y así también fue creciendo paulatinamente el círculo de sus discípulos a partir de aquellos.” (6.-)

No hay “paciente” en el trabajo junguiano por que no existe en esa relación alguien en rol pasivo, ni de entrega a un otro que cuenta con un supuesto saber. Se trata de dos que están a la búsqueda de algo que sólo podrá hallarse con la proactividad de todos los participantes. Y usamos el término “todos” y no “ambos” pues, como se ha dicho, el ámbito que rodea cada encuentro también es tenido en cuenta.

«Cuando uno sigue el camino de la Individuación, – explica Jung –  de la determinación de vivir su propia vida, uno debe contar con los errores como parte del negocio; la vida no sería completa sin ellos. No hay garantía – ni por un segundo – que no caigamos en el error o tropecemos pereciendo mortalmente. Podemos pensar que hay un camino seguro. Pero ese sería el camino de la muerte.»

Y en relación a que de lo que se trata es de un proceso que requiere la vivencia, la experimentación y no ceñirlo a un conocimiento puramente teórico, expresa: «Lo que pasa dentro de uno mismo cuando uno integra previamente contenidos inconscientes en la conciencia es algo que puede difícilmente ser descripto con palabras. Puede ser solamente experimentado. Es un asunto subjetivo que se encuentra más allá de la discusión.»

Murray Stein

“Todo Proceso de Individuación – explica Murray Stein, ex presidente de la International Association for Analytical Psychology – exige poner en cuestión las certezas culturales más preciadas de la persona, así como sus convicciones más queridas. Significa desprenderse de las identificaciones previas y estar abierto a explorar terrenos desconocidos y muchas veces desagradables (separatio en el nivel interno.) Además, tiene que haber una actitud abierta hacia lo ´otro ajeno´  y hay que estar dispuestos a entablar un diálogo con ese elemento extraño (coniunctio.) Esto requiere integrar en uno mismo el elemento extraño: lo reprimido, la Sombra, lo que asusta, y lo olvidado.” (7.-)

Por si alguna duda hubiera, comenta C. G. Jung: «Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad. No obstante, este último procedimiento es desagradable y por lo tanto es impopular.» (8.- )

Referencias:

(1.-) JUNG, C. G. Dos escritos sobre Psicología analítica. Obra Completa. Vol. 7 Ed. Trotta. Madrid, 2007 Pág. 127

(2.-) JUNG, C. G.: Bewusstsein, Unbewusstes und Individuation; Zentral-blattfür Psychotherapie, 1939, Pág. 257

(3.-) JUNG, C. G. Die Beziehungen zwischen dem Ich unddem Unbewussten (Las relaciones entre el Yo y lo Inconsciente), 3.a Ed., 1938, Pág. 91

(4.-) JUNG, C. G. Von den Wurzeln des Bewusstseins, 1954, Pág. 595

(5.-) JUNG, C. G. Dos escritos sobre Psicología Analítica. Obra Completa. Vol. 7 Ed. Trotta. Madrid, 2007  Pág. 195

(6.-) von FRANZ, Marie-Louise. C. G. Jung. Fondo de Cultura Económica. México, 1982. Pág. 202

(7.-) STEIN, Murray, El Principio de Individuación. Hacia el desarrollo de la conciencia humana. Ed. Luciérnaga. Barcelona, 2007. Págs. 174 y 175

( 8.-) JUNG. C. G. Psicología y religión. Paidos Studio. Barcelona, 1981.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y magister en Psicoanálisis. Preside el Instituto Humanístico del Río de la Plata y dirige el Instituto de Estudios e Investigaciones Junguianas de la Sociedad Científica Argentina. Whats App  www.antoniolashera.com

Los libros del Dr. Las Heras.

PERMISO PARA UNA VIDA MEJOR

Editorial Atlántida

215 paginas

COMENTARIOS RECIBIDOS SOBRE EL LIBRO “PERMISO PARA UNA VIDA MEJOR”
ALMORZANDO CON MIRTHA LEGRAND
ENTREVISTA EN EL PROGRAMA ” NAMASTE”
OPINIONES SOBRE LA OBRA DEL DR. ANTONIO LAS HERAS

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SIGMUND FREUD – Psicoanálisis y Parapsicología

P R Ó L O G O Por Francisco García Bazán. (*)

128 páginas.

Editorial DEL AMANECER DORADO, Buenos Aires, 2016

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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS Y OTROS ESTUDIOS JUNGUIANOS.

128 páginas.

Editorial DEL AMANECER DORADO, Buenos Aires, 2016

INDICE : La Interpretación de los Sueños y otros estudios Junguianos

Videos de la Presentación del libro ”La Interpretación de los sueños y otros estudios Junguianos»

ANTONIO LAS HERAS Y EL LEGADO DE JUNG Por Leonor Calvera.

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LAS BÚSQUEDAS ESPIRITUALES DE RICARDO GUIRALDES Y OTROS ESCRITOS SOBRE ESCRITORES Y ESCRITURAS.

128 páginas.

Ediciones del Amanecer Dorado

Comentario de Raúl García Luna.

Las búsquedas espirituales de Ricardo Güiraldes y otros escritos sobre escritores y escrituras – Comentario de la obra por Carlos Penelas

Presentación del libro “Las búsquedas espirituales de Ricardo Güiraldes y otros escritos sobre escritores y escrituras”, Exposición del Prof. Dr. Vicente Rubino.

Presentación del libro: Las búsquedas espirituales de Ricardo Güiraldes y otros escritos sobre escritores y escrituras, palabras de la Prof. Dra. Graciela Maturo

“Las búsquedas espirituales de Ricardo Güiraldes y otros escritos sobre escritores y escrituras”, presentación del Prof. Rubén Darío Gasparini

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HUMANIDAD PURA

99 páginas.

Ediciones del Amanecer Dorado

Prologo de Humanidad Pura por Leonor Calvera

Un análisis de la poética de Antonio Las Heras por Roberto Alifano

http://www.vocesdebaires.com.ar/vocesba/index.php/literatura/11763-las-heras-presento-su-poemario-qhumanidad-puraq-

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LA HORA DE LA ESPIRITUALIDAD

Por Antonio Las Heras

André Malraux

“El siglo XXI será espiritual o no será”, frase atribuida al escritor y filósofo francés André Malraux que, si bien no aparece en ninguno de sus textos, el intelectual argentino Carlos Floria afirma que fue pronunciada durante una entrevista que le realizó en 1963 (Floria dirigía la revista católica “Criterio”) mientras ocupaba el cargo de Ministro de Cultura de Francia. 

Carlos Floria

Como sea, nos interesa comenzar este trabajo con dicha cita pues sintetiza lo que ha sido idea de varios pensadores durante el Siglo XX. En efecto, no pocos fueron quienes presagiaron, para este tercer milenio, la hora de la espiritualidad.

Incluso el sociólogo Zygmunt Baumant escribió, refiriéndose a Europa: “Nuestro continente perecerá si no constituye una referencia espiritual clara.”

Zygmunt Bauman

Ante todo hay que recordar que, mientras se marchaba hacia la segunda parte del Siglo XX, la idea predominante fue que la Ciencia y la tecnología, aunadas, habrían de traernos aquellas bonanzas que Occidente (y el Oriente occidentalizado) anhelaban cuál bienes supremos. A punto tal fue así que hubo autores imaginando la aparición de un homo ludens para el año 2000; tanto como  otros estuvieron convencidos de que, para esos tiempos, estaríamos viajando por el espacio recorriendo planetas, sin enfermedades, muy longevos y todo con poco esfuerzo. Precisamente el concepto de homo ludens refería al humano que utiliza su tiempo cotidiano en diversiones y entretenimientos.

Habida cuenta de lo que nos toca transitar en estas dos primeras décadas del tercer milenio, innecesario es señalar que ninguna de tales hipótesis fueron realidad. Las búsquedas materiales – sustentadas en los progresos científicos y tecnológicos –  no disminuyeron el malestar individual y social. Por el contrario, ese malestar (que podemos definir como “vacío existencial”) se incrementó de manera exponencial.

Como reacción de cierta intensidad y sentido contrario, era esperable que la persona buscará respuesta en la espiritualidad.

Mas, antes de seguir, cabe preguntarse ¿a qué llamamos “espiritualidad”? Espiritualidad es, concretamente, la posibilidad que tiene un humano para adquirir comprensión cabal y absoluta de cuál es el lugar que el Omnipotente ha dispuesto para él. Habida cuenta de tal saber, cada quien – ejerciendo su libre albedrío – decidirá si hará lo necesario para ocupar o no ese sitio que le permitiría convertirse en parte de la armonía universal.

René Guenon

En Europa la búsqueda espiritual fue moneda corriente hasta el siglo XIV. A partir de entonces  – como bien denuncian autores de la talla de René Guénon y Elémire Zolla –empezó a revertirse a partir de los acontecimientos generados por

Elémire Zolla

, el Hermoso; rey de Francia. En particular la persecución a los miembros de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón; más conocidos como “los Templarios.” Desde entonces  el materialismo fue acrecentándose pasando la espiritualidad a segundo plano hasta, casi, disolverse durante el Siglo XX. Innecesario es señalar que, ya en este Tercer Milenio, lo que prevalece es el “materialismo consumista” uno de cuyos ejes es buscar convencer – a través del auge de las neurociencias –  que la conducta humana es resultado único de reacciones físicas y químicas. De alma inmortal y espiritualidad, absolutamente nada.  

Francisco Garcia Bazan

Francisco García Bazán, basándose en Pablo (14, 6 -12) 1 Cor., expresa que “el discurso espiritualmente inspirado debe ser inteligible, para que sea útil a los demás y si se aspira a los dones espirituales, se debe procurar que sean para el bien de la asamblea.”

De manera que cuando nos referimos a espiritualidad sobre lo que estamos tratando es de esa particular integración de la inteligibilidad con el uso de la fuerza de voluntad. En este punto hay que definir “voluntad” para no confundirlo con las usuales definiciones psicológicas. En el ejercicio de la espiritualidad, voluntad es la capacidad exclusiva de la especie humana, de que – a partir de lo obtenido y hecho inteligible – la persona sea capaz de tomar decisiones, haciéndose cargo de las consecuencias que ello conlleva y entendiendo que es allí – y no en otro momento – cuando está realizando el ejercicio pleno de la libertad. Libertad que, al alcanzar su plenitud, concreta el bien superior a que puede aspirar cualquier humano: convertirse en único e irrepetible.

La búsqueda espiritual requiere tiempo diario suficiente para el pensamiento en soledad, la contemplación y la reflexión.

Exactamente lo opuesto de lo que estaba ofreciendo el mundo hasta la repentina aparición de la pandemia.

Puede decirse entonces, también, que espiritualidad es el vínculo que se establecerse entre la persona y la divinidad. Queda claro que estamos ocupándonos de algo del orden de lo no físico; de lo trascendente. Lo espiritual es intangible pero es inteligible para quien se ha permitido suficiente introspección.

La búsqueda hacia el encuentro de lo espiritual siempre ha utilizado los mismos senderos para su logro. Exige la certeza de que llevamos el soplo divino en nuestra esencia.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. e mail: alashera@hotmail.com

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¿QUE ES LO QUE HACE FUERTE Y PODEROSO A CADA HUMANO?


Irving Stone

Escribe el Prof. Dr. Antonio LAS HERAS

Hace tiempo, en una entrevista periodística, le fue preguntado a Irving Stone si aquellas personalidades sobre las que había escrito – Sigmund Freud, Vincent Van Gogh, Abraham Lincoln, Charles Darwin, Miguel Ángel – tenían, a su juicio, alguna característica en común que los hizo quedar inmortalizados en la Historia de la Humanidad. Stone contestó de este modo: “La mayoría de ellos fueron atacados, derrotados, insultados y, durante muchos años, parecía que no llegarían a ningún lado. No obstante, cada vez que rodaban por tierra, tenían la capacidad de levantarse e intentarlo una vez más. Los grandes genios son aquellos que nunca le dieron a su enemigo el poder de destruirlos.”

A nuestro juicio, estos dichos son muy ciertos. Pocas personas hay preparadas para atravesar y resolver con éxito las adversidades e imprevistos con que la existencia nos sorprende con demasiada frecuencia. Más de una vez hemos pensado y afirmado que la diferencia entre un fracaso y un ganador es mínima. Sólo se diferencian en que el exitoso volvió a levantarse tras su última caída. El fracasado, una vez, decidió no levantarse más. Decidió; o – tal vez – no pudo por que no había sido adecuadamente entrenado para eso. Por lo cual es tan importante ese momento en que decidimos con quiénes habremos de rodearnos o a quiénes habremos de alejar de nuestras vidas. “Dime con quién andas y te diré quién eres”, enseñaban – con esa proverbial sabiduría popular que nunca se equivoca – nuestros abuelos. Y ese es el punto fundamental y esencial. Por que los humanos no nacemos sabiendo. Esta es una verdad de Perogrullo. Empero conviene tenerla en cuenta porque de allí se desprende que nuestros conocimientos se los debemos al medio ambiente psicosocial que permitimos nos rodee. Si nuestra trama afectiva está compuesta por individuos quejosos, victimizados, desganados, que no hacen gala del esfuerzo ni de la dedicación, ni tienen objetivos precisos de vida, lo más probable es que nosotros adoptemos esas conductas. Más de una vez, inclusive, por creer que son las únicas posibles.

Pero hay otras. Formas que aseguran el entrenamiento para el éxito en esto que tantos han llamado la “jungla humana.” Y si de jungla se trata, ¿qué mejor forma de entrenamiento que copiar la de quienes la habitan? Veamos un muy útil ejemplo. Lo relata Gary Richmond en su libro “A view from the zoo.” Explica el autor en esas páginas cómo son los primeros momentos de una jirafa recién nacida. Sale del vientre de su madre cayendo violentamente a la tierra desde unos metros de altitud. El instinto de la madre jirafa no la ha dotado de ninguna medida, llamémosle, “cariñosa”. Desde la distancia la madre observa cómo su recién nacido hace las más variadas piruetas para ponerse de pié sin lograrlo. Será ella entonces quien le aplique un golpe con contundencia haciéndolo rodar. Y así una y otra vez. Obligándolo con ello a erguirse como pueda y a la brevedad. Hasta que consigue hacerlo.

¿Por qué la Naturaleza dotó a la madre jirafa para proceder de tal modo? Bien simple. Desde el primer momento de su existencia ese animal debe entender que vive en una selva donde acechan – en general sin dar aviso previo – toda clase de depredadores que buscarán convertirla en su presa. Por eso tiene que aprender a levantarse rápido y en forma elástica cada vez que caiga. Tal capacidad es la única que habrá de permitirle disfrutar exitosamente de la vida.

Antonio LAS HERAS, doctor en Psicología Social y magíster en Psicoanálisis; parapsicólogo, filósofo, escritor, conferencista. e mail: alasheras@hotmail.com  Consultas personales pueden solicitarse al Whats App 11 4949 2850

Práctica de sonidos mantránicos para una buena armonización.

Por Antonio Las Heras

Antes de realizar la práctica – grupal o individual – de algunos sonidos mantránicos, debo señalarle que estoy hablándole acerca del poder de las palabras y de los sonidos. Usted tenga siempre presente esta programación psíquica: “Lo importante es que tenga la verdad, la certeza o la razón en lo que voy a transmitir y no menos importante es que conozca el modo adecuado para transmitirlo”.

Usted puede ser poseedor de una verdad, pero si elige el modo inadecuado de transmisión, jamás conseguirá que sea aceptada. Atención con esto que es muy importante y que tiene que ver con esa enorme escala de matices que hay que tener siempre en cuenta. Yo puedo ser la persona más acertada del mundo, pero si no encuentro la forma para llegar adecuadamente a quien deseo transmitir mi conocimiento o idea o pensamiento, todos los aciertos se van a quedar dentro de mí, porque usted no los aceptará. No se trata entonces de una negación hacia mi verdad, sino al modo en que yo la transmito.

Respecto a su programación psíquica debe tener en cuenta el modo en el que transmite las cosas ya que de lo contrario puede arruinar el objetivo.

Tal vez usted ha practicado y conoce el mantram “om”. Sin embargo comenzaré desde lo más simple para dar lugar a la opción acerca de su desconocimiento absoluto de esta práctica.

Ejercicio del “mantram om”

Primera etapa (el sonido mantránico “om”)

1- Baje los párpados suavemente

2- Acomódese en su silla o sillón de la manera que más le agrade.

3- Afloje su cuerpo, los músculos y comience con la técnica de respiración en tres tiempos: inspirar lenta y suavemente por la nariz, retener el aire en los pulmones unos segundos y luego exhalar lenta y suavemente por la boca.

4- Responda íntimamente a las dos preguntas clásicas: ¿qué siento en este momento? ¿cómo me siento en este momento?

5- Ahora deje fluir de manera natural ideas, pensamientos, recuerdos, sensaciones, emociones. Pero no se concentre en algo en particular. Deje fluir. No se detenga.

6- Esté atento auditivamente a escuchar la secuencia de sonidos que producirá y preste atención interna a las respuestas que va recibiendo – ideas, sentimientos, emociones – mientras produce los sonidos mantránicos.

7- Pronuncie el mantram “om” de la siguiente manera: comience cantando con sonido uniforme la letra “o” durante unos segundos y a continuación pronuncie acortando la “m”. de esta manera estará ejecutando el “om”.

8- Dedique un par de minutos a tratar de analizar qué partes del cuerpo físico se han sentido estimuladas favorable o desfavorablemente y luego vuelva a preguntarse qué siente en este momento y cómo se siente en este momento.

Es importante analizar qué variaciones psicofísicas advierte entre antes y después de expresar el mantram. Por ejemplo, ¿siente la misma temperatura corporal ahora que antes de iniciar estas acciones? ¿Siente la misma temperatura, siente frío, siente calor, siente que el tono muscular es el mismo al comenzar la experiencia que ahora? ¿Siente que su estado de ánimo es el mismo al comenzar la experiencia que ahora? ¿Siente que su mente está tan activa ahora como antes o hay algún cambio?

9- Intente nuevamente pronunciar el sonido mantránico “om”, realizando el mismo procedimiento. Comience cantando uniformemente la letra “o” de manera alargada y luego acortando la “m”.

La experiencia completa debe durar unos diez minutos. No más. Con eso es suficiente. Y, claro está, puede hacerla tantas veces por día como le parezca necesario o guste hacerlo.

Al concluir la ejercitación, vuelva a hacer el ciclo de respiraciones que efectuó al inicio. Descanse unos instantes. Todo debe hacerse con tranquilidad, sin apuro ninguno. Es una vivencia para disfrutar, sentirse pleno y vital.

Para comunicarse con el Dr. Antonio Las Heras puede escribirle a su e mail: alasheras@hotmail.com o al Whats App 11 4949 2850

APOLOGÍA DE LA ESPIRITUALIDAD

Por Antonio Las Heras

Por cierto que, cuándo en la primera mitad del siglo XVII, René Descartes (1596/1650) se preguntaba “¿Qué diferencia existe entre un cuerpo vivo y uno muerto?” en el artículo 6 de “Las pasiones del alma”, nunca pensó que unos siglos después – iniciado el XXI – nos hallaríamos transitando un  materialismo consumista tan encumbrado que hasta el tan delicado tema, propio de especialistas, como son las neurociencias estaría en boca de todos y los libros de esa temática serían best sellers. Paralelo a ello,  lo espiritual quedaba diluido entre los intereses de la cultura occidental.

Por eso nosotros escribimos estas líneas, como contraposición a tanta información que pretende llevarnos a la creencia – es sólo eso, una creencia y no cuestión confirmada – de que las conductas humanas son, apenas, resultados de reacciones físicas y químicas desencadenadas principalmente en el cerebro.  De manera tal que toda acción humana – desde amar hasta odiar – estaría provocada por ciertas reacciones susceptibles de ser reproducidas en un equipado laboratorio. ¿Pero, acaso, aparece la vida en un experimento?

Nos permitimos remarcar que todo lo expresado en el cuerpo físico tiene – previo a ello – algún tipo de disparador que lo provoca. Cierto que ante un sentimiento de cobardía se activa cierta área del cerebro y no otra. Pero eso es el síntoma; nunca la causa. El hecho previo – la causa – tiene otro origen, que ni la más moderna aparatología científica puede detectar. Pues se trata de ese constituyente esencial de lo humano que, desde los albores del tiempo, fue denominado espíritu. Espíritu es el aspecto inmaterial que habita y anima a la persona humana. “Espíritu es la sustancia que puede subsistir y operar sin la materia”, al decir de Régis Jolivet. Lo espiritual prescinde de las limitaciones del tiempo y la distancia a las que la materia se encuentra ceñida. Es, precisamente, ese espíritu el que nos guía hacia determinados procesos.

Algo de esto advirtió el mismo Albert Einstein cuando escribió: “Ningún descubrimiento lógico conduce hacia el descubrimiento de leyes elementales. Solamente hay el camino de la intuición, ayudado por el sentimiento de un orden que yace detrás de las apariencias.” Obsérvese los términos utilizados por el sabio: “intuición” y “sentimiento.” Productos de la acción espiritual. Precisamente por ello, en su momento, Lecomte du Noüy (1883/1947) afirmó que el fin de la evolución humana es el desarrollo de la persona hasta completar su condición espiritual.

Lo espiritual ha tenido diversas definiciones. Lo que se explica por la dificultad de concepción que en sí mismo provoca referirnos a un “algo” que poseemos pero que – a la vez – nos resulta ajeno.

Nosotros diremos que el espíritu es aquello con lo que se encuentra dotado cada humano para establecer una comunicación directa y personal con la Gran Arquitectura Universal con lo cuál conocer el lugar y tarea que el Omnipotente tiene asignado para uno. O sea, aquello que otorga sentido esencial y trascendente a la existencia humana. Estando la búsqueda espiritual tan lejos de los objetivos actuales en Occidente es entendible que el “vacío existencial” sea moneda corriente. Con los efectos dañinos que ello implica. Obvio.

Esta manera de concebir el espíritu no implica la aceptación de religión, fe o culto alguno. El término Omnipotente puede darse a cualquier principio organizador universal. Y Gran Arquitectura Universal nos parece una muy buena manera de denominar al conjunto de leyes que rigen el Cosmos.

No obstante, de manera individual se puede desoír los cantos de sirena que con inusual perseverancia brindan, a cada momento, los estímulos materialistas consumistas, y decidir ir en atrevida búsqueda hacia el encuentro de lo espiritual. Pero, claro, conseguir la intensidad de trabajo personal que requiere lograr esa tarea implica darse tiempo para la meditación profunda, alcanzar serenidad suficiente, traer lo obtenido al pensamiento y convertirlo en enriquecedora reflexión.  Lo que difícilmente ha de lograrse en tiempos sin tomar suficiente distancia de la dispersión de la consciencia que es moneda corriente ante el interés por lo banal y lo trivializado. Llegado a este punto conviene recordar al filósofo español Luis Farré (1902/1977), cuando ya a mediados del siglo XX escribió: “La espiritualidad, tanto la oriental como la occidental, no se satisface con lo que denominamos normalidad. “

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magíster en Psicoanálisis, filósofo y escritor. e mail: alasheras@hotmail.com

La importancia fundamental de tener pensamientos positivos.

Por Antonio Las Heras

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A comienzos de la década de los ochenta del siglo XX fuimos unos cuántos quienes comenzamos a señalar la importancia de tener pensamientos positivos para desarrollar una vida sana en los tres aspectos que requiere la persona humana: lo biológico, lo psíquico y lo social. Si bien quienes concurrían a nuestros cursos, talleres, jornadas y conferencias o leían los artículos y libros que publicábamos se interesaron enseguida por tales ejercitaciones, hay que recordar que recibimos muchas críticas, sobre todo del campo académico y universitario. Digamos, “de los profesionales.” Hubo mucha resistencia para aceptar que según sean los pensamientos que uno alberga así habrá de acontecer su vida cotidiana. Pero, las evidencias – una vez más – se impusieron. Hoy tenemos certeza de cuán importante es enfrentar las dificultades, adversidades e imprevistos valiéndonos del pensamiento positivo. Pero, antes de seguir, dejemos bien en claro que “pensamiento positivo” no es dejar transcurrir los acontecimientos mientras se dice “ya las cosas pasarán”, “yo sé que todo será para bien” o frases por el estilo. Todo lo contrario, se trata de una actitud racional y comprometida. En nada asociada a conductas mágicas. Reflexionar, deducir, analizar los diferentes aspectos de un asunto; eso es pensamiento positivo. Tener en claro que por más negativa que sea una situación ha de tener un aspecto positivo para aprovechar. Pero, claro, sólo la persona que pone en práctica su inteligencia sabrá encontrar ese lado favorable y usarlo en su provecho.

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El pensamiento positivo disuelve las conductas emocionales e impulsivas de las cuales – por lo usual – tenemos que arrepentirnos. “Si lo hubiera pensado antes de hacerlo”, hemos escuchado lamentarse tantas veces. Nuestros padres y abuelos, en su sabiduría, nos enseñaron que las decisiones se toman “con la cabeza fría” queriendo – con eso – manifestar que no nos dejásemos llevar por enojos, rabietas y emotividades.

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La práctica del pensamiento positivo implica ser capaz de preguntarse: “¿Cómo podrá hacerse esto de otra forma?” “¿A quién puedo recurrir por ayuda que, realmente, tenga experticia en esto?” “¿Cuáles es el proceso que debo realizar para conseguir lo que me propongo?” Aplicar el pensamiento lógico suele ser el sendero para resolver muchas dificultades que nos habían estado produciendo ansiedad, angustia, frustración y, hasta, actitudes depresivas.

Racionalidad con creatividad y la dosis necesaria de intuición conforman los ejes del pensamiento positivo.

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La práctica de esta forma para enfrentar la vida otorga serenidad, confianza en uno mismo, evita la dispersión mental, disuelve el nerviosismo, propende a una toma adecuada de decisiones, soslaya la angustia y evita la ansiedad. De manera tal que brinda grandes beneficios para vivir en franca armonía con lo cual hasta mejoramos los mecanismos de defensa contra las enfermedades que, como ha comprobado la Medicina, son en su mayoría psicosomáticas. Dicho de otro modo: “el cuerpo es el campo de batalla de la mente.”

A continuación unas pocas constataciones dadas en este Siglo XXI sobre la importancia del pensamiento positivo para una vida biopsicosocial sana.

En 2007 la prestigiosa revista francesa Le Nouvel Observateur dedicó su tapa al psicólogo David Servan Schreiber quien aseguró que las enfermedades pueden curarse apelando a la psiquis de las personas. “Es sólo cuestión de dominar la mente”, expresó en la entrevista.

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“El cerebro puede cultivarse a través del sostén de una actividad mental intensa durante toda la vida. Las conexiones y redes neuronales se estimulan con la actividad mental … fundamentalmente aquello que implica creatividad, estrategias, imaginación… la lectura, el fomento de vínculos y hasta el amor recibido cambian físicamente nuestro cerebro”, explicaban en 2009 en el diario La Nación (Buenos Aires) Griselda Russo y Jorge Campos, entonces médicos del Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología del Instituto Fleni.

En una edición del The New York Times de 2009 se entrevista a varios profesionales especializados en la conducta humana. “Si no quiere que suceda, ni lo piense”, es la síntesis del artículo. “El hecho de que venga a nuestra mente lo peor, en ciertas circunstancias, puede incrementar las posibilidades de que pase”, señala Daniel M. Wegner, psicólogo de la Universidad de Harvard.

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“Sabemos que lo que está en nuestras mentes puede influir en nuestros juicios y comportamientos simplemente por estar ahí, flotando en la superficie de la consciencia”, señala el psicólogo Jamie Arndt, de la Universidad de Missouri.

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Algo tan anhelado como es el sentimiento de felicidad resulta ser accesible a través del ejercicio del pensamiento positivo, pues tengo que tener en claro – lo que resulta producto de un análisis racional – sobre qué cosas me provocan bienestar, cuáles malestar, cuáles me permiten felicidad y cuáles no. Lo explicó bien el Dr. Patch Adams durante las sesiones del Human Capital Forum 2013: “No necesitamos ser dueños de algo para ser felices. Todo es consecuencia de una decisión. Es decirse a una mismo `voy a amar la vida`. No espero, podría o debería. Se trata de una intención. Y cuando uno está comprometido con esa intención, cuando ama la vida cada segundo, todo funciona.”

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En 2014 el diario Clarín (Buenos Aires) dedica dos páginas con explicaciones de expertos sobre el hecho de que “vivir preocupado hace mal: prueban que triplica el riesgo de infarto.” Y, ¿qué es preocuparse?, interrogamos nosotros. Pues bien, no es otra cosa que pensamiento negativo. Pre-ocuparse es “ocuparse antes de tiempo”, con antelación; sin ponerse manos a la obra para encontrar la solución requerida. Pero, claro, eso ya es “pensamiento positivo.” Las preocupaciones  – que son efectos de utilizar mal el pensamiento – afectan la relación biopsicosocial de la persona, favoreciendo diferente tipo de malestares. No sólo orgánicos sino también sociales puesto que la persona preocupada tiende a considerar todo negativo y la gente se va alejando de ella.

En ese mismo 2014, Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, explicaba: “Todo lo que pensamos y cómo pensamos, altera al cerebro.”

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Como lo explica la psicóloga Andrea Ricagno, quien se ocupa de ejercitar a los jugadores del Racing Club: “El cerebro tiene la capacidad de plasticidad, es entrenable. Cuánto más entrenamiento acumula, mayor rendimiento puede obtener.” Así también lo había dejado en claro – en 2009 – el psicólogo Louis Falik (experto en la teoría de la modificabilidad cognitiva) quien sentenció: “Ahora lo sabemos: el cerebro cambia si ejercitamos nuestra inteligencia. Probablemente sea el más plástico de todos nuestros órganos.”

De todo esto se desprende, de manera concreta y precisa, algo que ya – hace no menos de 2.500 años – afirmaron las escuelas de sabiduría (también llamadas iniciáticas) egipcias, griegas y romanas: lo que uno piensa termina concretándose. Ud. piensa “no podré” y – no lo dude – jamás podrá, pues con esa directiva está entrenando (programando) a su cerebro.

Imposible finalizar si recordar la frase con la cual se inicia ese antiquísimo libro titulado “Kybalion” que lleva la firma enigmática de “Tres Iniciados.” Afirma: “El Universo es mental.”